lunes, 1 de febrero de 2010

El buen rollo reina en los Grammy



Las entregas de premios de cualquier cosa y a cualquier nivel son siempre un acontecimiento lleno de sorpresas. En el mundo de la música suelen ser todo un espectáculo. A los músicos, que se les da un amplio margen de tolerancia en cuanto a los excesos frente a otros profesionales, les encantan estas reuniones. Son una ocasión perfecta para engrandecer egos, presentar novios y novias, lanzar dardos envenenados a los admirados colegas, fardar de amistades, eclipsar actuaciones e incluso agradecimientos ajenos, como nos pasó hace bien poquito.

Este año en los Grammy, y con la información que tenemos hasta ahora, no ha habido ningún exceso excesivo si descontamos la ya de por si extensa nómina de extravagancias que compaña siempre a las estrellas de la música. Este año ha sido un año de chicas. Las divas que llevamos siguiendo todo el año en Beijing Rocks se han llevado los premios, la atención y los fans de calle. Entre Beyoncé, Lady Gaga y Taylor Swift se han repartido casi todas las categorías de premios. Que hay que decir que son decenas. En los Grammy se premia todo y en varias versiones. Además de este trío de favoritas también luchaban por su hueco las veteranas Madonna, Britney, Pink y la ubicua Katy Perry.
El ambiente entre las chicas es bueno, lejos de los tópicos sobre la rivalidad femenina. Beyoncé ganó seis premios y Taylor cuatro y Lady Gaga se llevó el de mejor disco de baile. La polémica había perseguido a esta chica (¡qué novedad!, ¿eh?) porque muchos entendidos no entendían que no compitiera en la categoría de mejor álbum pop. Es lo que pasa con el exceso de categorías, definir lo que es y lo que no es tiene mucho de subjetivo. Pero que entre las chicas no hay tensión se vio en la gala.
Jay Z, que ganó el premio al mejor rap solo performance y dos más por Run This Town con Rihanna y Kanye West, subió a recoger el premio con esta y el sobrino de Beyoncé que va con la diva a todas partes últimamente. Juntos familia, amigos y compañeros de trabajo, ¿qué más se puede pedir? (Kanye no estaba, no sabemos por qué). Y es que entre las damas la rivalidad era cero. Pink por ejemplo se deshacía en elogios a Lady Gaga en la prensa unos días antes, asegurando que Gaga ha sido un soplo de aire fresco y que le encantaban sus vídeos. Katy Perry también aseguró que Gaga está al nivel de Bowie o Prince. Así que podemos decir que Lady Gaga se llevó a parte de los premios, una especie de reconocimiento implícito de que está haciendo cosas muy interesantes, modelitos aparte.

Y en el apartado agradecimientos, que tan buenos momentos da en cualquier entrega de premios, parece que estamos ante una nueva tradición: los chicos de Kings of Leon que se llevaron el premio de disco del año y que lo recogieron enfundados en elegantes trajes de John Varvatos y Burberrys (firmas muy roqueras, sin duda), en la línea de sinceridad brutal que marcó Mariah Carey, confesaron que también estaban un poquito borrachos, felices pero borrachos.

Los momentos emotivos fueron de altura como consecuencia del dramatismo de los acontecimientos. Por un lado el homenaje a Michael Jackson, con Grammy honorífico que recogieron sus hijos con un discurso pulcro, bien escrito y mejor leído. Hay que reconocer que esos críos son unos auténticos profesionales a la hora de manejarse con la presión mediática. Y la otra presencia, constante, por supuesto el terremoto de Haití con el que los músicos, especialmente los americanos abanderados por el haitiano Wyclef Jean, están muy concienciados.





Fuente: Concrete Loop
y Beijing Rocks

1 comentario:

 
|